Por
fin tenemos el reportaje de nuestra aventura Austríaca-Eslovena, una aventura
que solo dos de los siete han podido realizar, un viaje que también sirvió para
encontrarse con uno mismo y en el que se echó en falta la compañía de nuestros
amigos. El viaje que denominamos "Austrialopithecus Eslovenus" transcurrió
de la siguiente manera.
Etapas:
Día
1: Mos - Santo Domingo de la Calzada (611 Km).
Día
2: Santo Domingo de la Calzada - Provence (931 Km).
Día 3: Provence - Sarche
(671 Km).
Día 4: Sarche - Lienz
(356 Km).
Día 5: Lienz - Hallstatt
- Bad Goisern (278 Km).
Día 6: Bad Goisern -
Hallstatt - Steyr (145 Km).
Día
7: Steyr - Viena (217 Km).
Dia
8: Dia en Viena.
Día
9: Viena - Maribor (260 Km).
Día
10: Maribor - Liubliana (257 Km).
Día
11: Liubliana - Bovec (321 Km).
Día
12: Bovec - Trieste (286 Km).
Día
13: Trieste - Provence (880 Km).
Día
14: Provence - Arette (706 Km).
Dia
15: Arette - Mos (870 Km).
El viaje:
28
junio 2017. Miércoles. 611 km. Vigo-Santo Domingo de la Calzada
Salimos
a las 15:30 con toda la ilusión que un viaje de estas características conlleva,
pero claro, para no perder las buenas costumbres nos comienza acompañando la
lluvia y el tiempo feo. Esto no nos amedrenta en absoluto y cierto es que la
suerte acompaña y pronto se alejan las nubes. En los primeros kilómetros
de autovía había unos conos por obras y límite de velocidad reducida, la falta
de costumbre con las nuevas medidas de la BMW con maletas hizo que después de
unos segundos me llamase la atención cierto ruido desconocido para mí, cuando
miro por el retrovisor y veo que voy tirando los conos con la maleta casi me
muero de la risa. Los primeros kilómetros son siempre emocionantes pero
claro, tanta autovía hace la llegada a Santo Domingo de la Calzada rápida
sin y mayores contratiempos. Una vez instalados en el hotel salimos a dar un paseo para
alimentar los cuerpos y a catar una cervecita.
29
de junio 2017. Jueves. 931 km. Santo Domingo-Aix en Provence
Dejamos el hotel temprano para aprovechar el tiempo al máximo,
pero como el desayuno no estaba incluido paramos para desayunar casi al lado de
éste y aunque el desayuno estaba muy bueno nos quedó una cierta sensación de
que nos cobrasen como a turistas extranjeros en Benidorm.
Enfilamos nuestras
motos hacia los Pirineos pudiendo disfrutar de alguna carretera de montaña,
pero la gran mayoría del tiempo íbamos sobre asfalto plano y ancho de autovía.
De vez en cuando podíamos disfrutar incluso de las buenas vistas en alguna
cafetería, además no solo las motos beben...
Pronto nos ponemos en las autopistas francesas y
dispuestos a la monotonía y dolor de trasero que estas carreteras implican,
ésta se vio rota por un control antiterrorista en un peaje que me obligó a
mostrar el contenido de las maletas, y ya puestos, por solidaridad entre
compañeros, GPese también las mostró. Los gendarmes se mostraron ciertamente
interesados en las pegatinas reflectantes de las maletas, e incluso llamaron a
otros compañeros para comentarlo, se ve que estos también tenían moto, pero,
¿No las habían visto nunca?
Después de aburridos y monótonos kilómetros paramos a
comer de bocata en un área de servicio.
Corta parada y repostaje para continuar
con más y más kilómetros de autopista, llegamos al hotel en Provence con
ganas de dejar las cosas e irnos a cenar algo, pero… SORPRESA, en el hotel no
hay recepción, todo funciona con códigos, incluso el portal exterior que da
acceso a los coches al recinto está cerrado y nuestro código solo abre una
pequeña puerta peatonal. Después de abrirla e intentar dilucidar como acceder
al recinto con las motos, la necesidad de descansar cuanto antes hizo que, sin
pensarlo, GPese decidiese intentar meter la moto por la pequeña puerta, que
estando esta con cierta pendiente, hizo que quedase atrapado casi de inmediato.
Acto seguido y misteriosamente se abrió el portal del recinto y entonces el
descojone fue brutal, yo me moría de la risa mientras intentaba sacar a Tonio
del atolladero a la vez que me imaginaba a los que habían abierto la puerta con
cara de, “¿Pero estos pirados qué coño están intentando hacer?"
El hotel en cuestión está alejado de la población,
ya son las 21:30 y solo tenemos una cutre máquina de bebidas que para colmo no
acepta billetes y nosotros sin monedassss… Aquí nos vino de perlas ese medio
bocata que nos sobró del mediodía.
Un rato después de estar a la espera de
un alma compasiva conseguimos que nos cambien por monedas un billete y así
pudimos tomarnos unas coca colas y un café cutre (y carísimo) de máquina.
Cuando estás cansado y hambriento todo te sabe mejor así que “felices” a
dormir.
30
de junio 2017. Viernes. 674 km. Aix en Provence-Sarche
Hoy
toca otra sesión maratón de autopista para mañana ya sí comenzar a disfrutar
del viaje esperado, para los que vivimos en Galicia se hace demasiado pesado y
cansado el cruzar todo el norte de España y Francia para llegar a lo que
consideramos inicio de viaje, me imagino que los del Este del país lo verán con
otros ojos. No comienza nada bien el día porque nada más salir paramos a
desayunar y pagamos por dos cafés con sus cruasanes más de 10 euros.
Para más
pena y como remate de la salida, en una gasolinera autoservicio que había
frente a la cafetería, Tonio (GPese) se decide a repostar sin bajarse de
la moto y claro, con lo que no contaba era que el mantenimiento en dicha
estación de servicio era nulo, por lo que el suelo estaba completamente
empapado de gas-oil así que, pierna fuera, resbalón y su moto visita el suelo y
raja la maleta, yo en el intento de ayuda casi caigo al suelo también.
Lamentable esta gasolinera impresentable donde lo mejor que se podía hacer era
patinaje artístico.
Rodamos
nuestros últimos kilómetros en Francia por la Costa Azul y pronto atravesamos
la frontera de Italia, ahí descubrimos lo que es el miedo a las alturas...
Las autopistas italianas (esta en concreto)
va cerca de la costa y dada la orografía de la zona se intercalan puentes de
gran altura y túneles que debido al viento a veces hace que todo se mueva más
de la cuenta. Además, dicho puentes cuentan con un quitamiedos que más que
"quitarlos" te los da, la inexistencia de una reja de protección en
la parte baja de estos hacía que se me pasase la horrible sensación de que, en
caso de caída, lo mejor que te podía pasar era que colisionases con uno de los
postes del quitamiedos ya que, de otra forma, te colarías por debajo de este y
volarías en caída libre hasta impactar contra el suelo del valle. Además, como
digo, debido al viento ese día, el adelantar o ser adelantado se convertía en
una odisea.
En un peaje, de forma difícilmente explicable,
bueno, en realidad por no seguir la máxima de "hay que esperarse",
nos perdemos uno de otro e invertimos al menos una hora en conseguir
reencontrarnos ya que GPese no tenía activado el roaming y era imposible
contactar con él. Aquí nos hubiesen venido de perlas los intercomunicadores con
alcance de 1200 metros que dije de comprar, pero...
Bueno, así nos echamos un poco de
menos… y para celebrarlo salimos hacia Génova para comer en una
pizzería y relajarnos un poco antes de retomar la ruta, decidimos
"escapar" del centro ciudad y nos dirigimos hacia el puerto, siendo
gallegos creímos poder encontrar un restaurante barato por la zona, y digo
creímos porque al final la "clavada" fue de cine. Después de llenar
la panza continuamos hacia el lago Di Garda donde circulamos por el lado oeste
y la verdad es que sentimos que simplemente, por las vistas que nos proporciona
la ruta por el litoral del lago, merecieron la pena estos 2000 kilómetros de
carretera monótona.
Considerando esta parte ya como inicio del viaje esperado, nuestros semblantes cambiaron y ya te subía por el cuerpo ese gusanillo de "¡¡¡Ya estamos aquí!!!". Unas cuantas curvas y túneles más tarde y después de las rigurosas paradas para fotos, llegamos hacia la noche al pueblo de Sarche, donde pudimos disfrutar del hotel, de su cena y de una simpática compañía. Hay mucho italiano que le gusta España y como siempre, el que vayas en moto da pie a iniciar conversación. Después de unas cervezas nos vamos a descansar.
Considerando esta parte ya como inicio del viaje esperado, nuestros semblantes cambiaron y ya te subía por el cuerpo ese gusanillo de "¡¡¡Ya estamos aquí!!!". Unas cuantas curvas y túneles más tarde y después de las rigurosas paradas para fotos, llegamos hacia la noche al pueblo de Sarche, donde pudimos disfrutar del hotel, de su cena y de una simpática compañía. Hay mucho italiano que le gusta España y como siempre, el que vayas en moto da pie a iniciar conversación. Después de unas cervezas nos vamos a descansar.
1
de Julio 2017. Sábado. 332 km. Sarche-Lienz
Después
del desayuno comenzamos nuestra ruta hacia un puerto que habíamos ojeado
por internet, la verdad es que esta ruta nos permite tener unas espléndidas vistas del
lago di Garda desde las alturas, además el trazado de la carretera nos
anima a disfrutar de la moto durante toda la subida al puerto.
El único
inconveniente llegó después, resultó que en el alto del puerto la carretera
está cortada debido a la realización de un rally que nos obliga a dar
la vuelta en redondo y regresar por el mismo camino que habíamos llegado.
Reorganizamos ruta en los GPS y volvimos a bajar el puerto de nuevo, se ve que
esto a la moto de Tonio GPese no le gustó mucho y en un momento dado, subiendo
ya otro puerto, dijo: "Aquí me quedo", y se quedó en Trento. Yo que
iba delante y ver que no aparecía en mi espejo retrovisor decido esperar y al
ver que no venía decido dar la vuelta. Allí me lo encuentro en medio de la
carretera con cara triste y no dando crédito a lo que sucedía.
Me decido a
buscar unas pinzas para intentar encender su moto y después de conseguir
que me las prestasen en un taller conseguimos encender la moto, y digo
encenderla porque lo de mantenerla así ya era harina de otro costal. Ahí mis
miedos también aparecieron, ¿sería el alternador que no era capaz de mantener
el motor encendido? Intentar mantener la moto encendida resultaba inútil
así que optamos por irnos en mi moto a tratar de conseguir un taller donde nos
lo solucionasen. La suerte y la eficacia de MC Gyver hacen que regresemos
con una batería nueva y un recuperador por sí acaso contando ya con llevar la
moto con luz apagada y ningún accesorio conectado para ahorrar batería al
máximo por si el alternador no generaba suficiente. Una vez instalada la nueva
batería y esperando el tiempo de rigor para que cogiera carga tomando una
cervecita en la terraza de un bar, hacíamos cábalas sobre si funcionaría o no,
tomamos incluso la decisión de compartir mi moto y enviar la suya a España en
caso de no tener éxito con la reparación, pero regresamos y… perfecto, la moto
enciende a la primera y se mantiene sin problemas.
Este mal comienzo se vio compensado con una
segunda parte del día impresionante debido a los paisajes por los que pasamos y
los puertos de montaña que atravesamos: La Marmolada, Los Dolomitas, Passos de
Sella, Gardena, Pordoi, Campolongo…
Vistas impresionantes de montañas que se
alzaban a cada lado de la carretera y que a cada curva, se apreciaban más y más
grandes, cada curva era un disfrute y aunque en algún tramo nos alcanzó la
lluvia, esta era intermitente y permitía que nos secasemos sobre la marcha sin
tener que calzarnos las ropas de aguas.
Finalmente entramos en Austria
donde nos instalamos en Lienz, el Hostal era algo así como una casa muy
naturista, mucha fragancia e inciensos, muy cuidada y algo fantasmal, donde la
amabilidad de la dueña compensaba la falta de conocimiento del idioma inglés. Teníamos
incluso unas cervezas de cortesía en la habitación que bajaron rápidamente por
nuestros sedientos gaznates. Pusimos la batería vieja a cargar y nos dimos
cuenta de un detalle. Parece ser que había un gran grupo de moteros alojados
también allí, y digo parece ser porque llegamos a creer que, o los habían
abducido o la amabilidad de la dueña del Hostal pronto se convertiría en locura
y formaríamos parte del menú en la cena de algún enajenado aquelarre. Botellas
abiertas en la terraza del Hostal, ropas moteras colgando de las sillas, las motos
fuera con los cascos a la lluvia, pero nadie, no veíamos ni oíamos a nadie. El
susto pasó al ver la gente y nos fuimos a cenar, por cierto, encontrar un sitio
para cenar por los alrededores nos costó más de la cuenta, pero pudimos
disfrutar de un típico Goulash de carne de ternera.
2
de junio de 2017. Domingo. 274 km. Lienz – Hallstatt (Bad Goisern).
Después de un estupendo y abundante desayuno
(incluido en
el hostal) emprendimos ruta hacia nuestra próxima meta: carretera de peaje a
Grossglockner… una ruta de montaña que transcurre entre insólitos paisajes,
lagos, picos, glaciares, etc, que hace que se afinen los sentidos para no dejar
nada por ver. En algún tramo apareció la niebla- y Tonio sin luces para ahorrar
batería no parecía muy preocupado- pero por lo demás, el parque nacional
de Tauern es impresionante.
Emocionados en alcanzar nuestra siguiente meta para
visitar las cataratas de Gasteiner, lo que en algún momento implica hacer
campo a través, para finalmente dirigirnos hacia el desfiladero de Liechtensin.
La mala suerte nos da otro golpe al descubrir que las cataratas se encuentran
en obras y tenemos que regresar por donde habíamos ido sin poder ver nada.
Cierto es que doblemente disfrutamos del camino, pero nos quedamos un poco
desalentados por dicho traspiés. Volvemos a la carretera general donde nos
cruzamos con unos pistoleros del radar en Gosau, para finalmente llegar al
hotel que teníamos reservado.
Buenas vistas, céntrico y barato. Dejamos todo (incluyendo el lastre de la batería, que ponemos de nuevo a cargar) y nos vamos a cenar. Degustamos una pizza acompañada de unas grandes cervezas en un pequeño pero entrañable restaurante del centro y de vuelta al hotel y con ganas de tomar otra cerveza, escuchamos una voz de chica que nos pregunta emocionada si somos españoles y ante la respuesta afirmativa, deja "colgado" a su acompañante (con el que iba al cajero automático) y se decide, muy habladora y desenfada a recomendarnos, según ella, el mejor bar del pueblo para tomar unas cervezas. De camino al local nos cuenta sus aventuras por Venezuela donde en un intercambio (con 16 años) aprendió español. Enseguida llegamos al famoso bar, y cuando entramos, Tonio y yo nos miramos como diciendo "¿y este es el mejor bar del pueblo?" Evidentemente enseguida descubrimos lo que lo hacía el mejor pues resulta que en Austria también está prohibido fumar en los locales públicos y se ve que en este no hacían mucho caso de la ley en cuestión, es más, se permitía el consumo de todo tipo de cigarrillos por lo que en ese momento le dimos sentido a la forma de hablar de la chica. Anna, que así se llamaba, nos amenizó la noche contándonos sus aventuras en tierras sudamericanas y teniendo en cuenta en los líos que pudo haberse metido, la cosa no le fue tan mal, lo mejor de todo era su forma de hablar español (que lo dominaba muy bien) que siempre terminaba cada frase diciendo "full chévere", la comida era "full chévere", la bebida también, la gente, los paisajes... vamos, que como adjetivo descriptivo la palabra no tiene precio. Un par de cervezas y nos fuimos a dormir ahumados.
Buenas vistas, céntrico y barato. Dejamos todo (incluyendo el lastre de la batería, que ponemos de nuevo a cargar) y nos vamos a cenar. Degustamos una pizza acompañada de unas grandes cervezas en un pequeño pero entrañable restaurante del centro y de vuelta al hotel y con ganas de tomar otra cerveza, escuchamos una voz de chica que nos pregunta emocionada si somos españoles y ante la respuesta afirmativa, deja "colgado" a su acompañante (con el que iba al cajero automático) y se decide, muy habladora y desenfada a recomendarnos, según ella, el mejor bar del pueblo para tomar unas cervezas. De camino al local nos cuenta sus aventuras por Venezuela donde en un intercambio (con 16 años) aprendió español. Enseguida llegamos al famoso bar, y cuando entramos, Tonio y yo nos miramos como diciendo "¿y este es el mejor bar del pueblo?" Evidentemente enseguida descubrimos lo que lo hacía el mejor pues resulta que en Austria también está prohibido fumar en los locales públicos y se ve que en este no hacían mucho caso de la ley en cuestión, es más, se permitía el consumo de todo tipo de cigarrillos por lo que en ese momento le dimos sentido a la forma de hablar de la chica. Anna, que así se llamaba, nos amenizó la noche contándonos sus aventuras en tierras sudamericanas y teniendo en cuenta en los líos que pudo haberse metido, la cosa no le fue tan mal, lo mejor de todo era su forma de hablar español (que lo dominaba muy bien) que siempre terminaba cada frase diciendo "full chévere", la comida era "full chévere", la bebida también, la gente, los paisajes... vamos, que como adjetivo descriptivo la palabra no tiene precio. Un par de cervezas y nos fuimos a dormir ahumados.
3
de julio de 2017. Lunes. 156 km. Hallstatt-Steyr.
Nos
levantamos con un poco de lluvia y desayunando en el hostal
coincidimos con una pareja de catalanes en su GS, les prometimos que
publicaríamos la foto en el blog así que aquí está:
Aprovechamos
para cambiar la batería y poner la vieja (que se suponía ya cargada) y en
cambio, la moto no hacía ni el menor intento de arranque. La batería se había
muerto así que mi preocupación aumento al creer que el problema era del
alternador y que éste, a su vez, terminaría por dañar también la batería nueva.
Teniendo en cuenta que la batería nueva era más pequeña (ya que no había otra)
el tiempo de vida también se acortaba con lo que decidimos buscar un taller en
el que me prestaron un tester y poder hacer las comprobaciones pertinentes.
Después de verificar que la moto generaba corriente de sobra incluso con las
luces encendidas me quede tranquilo y sabía que no habría problema, aun así,
decidimos desconectar una de las luces (ya que tiene 2) y no conectar el GPS ni
nada al mechero. Continuamos pues la ruta hacia Halstatt.
Hallstatt resulta ser un pueblo de postal,
muchas fotos habíamos visto del pueblo durante la preparación del viaje, pero
como siempre en estos casos nada mejora la sensación del directo.
Después de
admirarlo un rato nos vamos a visitar la cueva de hielo que hay en el lugar, a
la cual ascendemos en un teleférico para después acceder a ella tras una
pequeña caminata (bueno pequeña para algunos) realizamos la visita a la cueva,
fotos de rigor
y volvemos a bajar de caminata y teleférico para llegar al punto
de partida. En esta zona teníamos previsto también realizar la visita al
"Five Fingers", un mirador de esos que te quitan la respiración y
paran tu corazón no apto para gente con vértigo, pero decidimos cancelarla pues
el día estaba demasiado nublado y lluvioso como para poder ver nada y
disfrutarlo, fue una pena porque despues el día se despejó. La recomendación de los guías fue expresamente esa. Bajamos pues
con las motos hacia el pueblo de nuevo y disfrutamos del lago en una terracita
al borde del agua, comida de ricos bocadillos y bebidas, incluso compartimos
con una familia de patos que por allí rondaba.
Alegría inesperada al descubrir
que el pueblo cuenta también con otro funicular (de gran pendiente) que
nos lleva hacia las minas de sal y que nos permite disfrutar de unas vistas a
vuelo de pájaro impresionantes. Una copia a escala del mirador "Five
Fingers" nos hace una pequeña idea de lo que sería poder visitarlo, pero
habiendo abierto el día y con un sol radiante las fotos del lugar quedan muy
chulas.
Bajamos de nuevo y decidimos dar un paseo por este pueblo inigualable
para reposar el espíritu (debido el entorno que nos rodea) para también hacer
las fotos de rigor.
Dejamos Hallstatt para dirigirnos a Steyr, pasando por
Gmunden con su bonito lago y castillo.
El buen tiempo acompaña y las carreteras
son largas, con buena visibilidad y de curvas fáciles de disfrutar en las que
hicimos las delicias de una conducción un poco más "viva", llegada al
hotel y a descansar.
4
de julio 2017. Martes. 217 Km. Steyr-Viena
Después del desayuno
ponemos nuestra brújula en dirección al Danubio- previa visita del
castillo-abadía de Stift Melk como punto de paso hacia Viena.
El solo
hecho de bordear el río ya emociona, sabiendo que cerca se encuentra la gran
ciudad de Viena. Muchos ciclistas encontramos bordeando también esta parte del
río mientras nosotros, guiados por mi GPS nos acercamos cada vez más a la
capital. El haber decidido ir cruzando puentes para ver los dos lados del
río desencadena que al haber recalculado la ruta terminemos en un pequeño
puerto de embarque en una barcaza, digo barcaza, pero era barquita,
¡subimos nuestras motos y así fue… cruzamos en Danubio en barco!
Buscamos
bastante rato para después conseguir, no sin dificultad, encontrar un sitio
para comer. El GPS nos llevó derechos a nuestro hotel impersonal, digo
impersonal ya que en la recepción no había nadie, llame al número de teléfono y
me enviaron un mensaje con un código para poder acceder al interior. Quedamos
un poco decepcionados viendo el futuro hotelero que nos espera, en el que ni
hay quien atiende, ni a quien reclamar, ni el precio es tan barato.
Por
fin en la capital austríaca y una vez que conseguimos instalarnos nos
encomendamos a la difícil tarea de lavar la ropa así que a ¡lavar en la
lavandería sin jabón¡¡¡ Menudo cabreo me pillé cuando después de meter las
monedas y la ropa en una lavadora que se suponía todo incluido, allí no se veía
detergente por ninguna parte, la ropa no hizo más que dar vueltas con agua y
unas gotas de jabón, el suavizante hizo su trabajo y después del secado la cosa
no parecía tan dramática, eso sí, otra vez viendo el futuro en el que nadie te
atiende en los comercios y tampoco hay a quien reclamar. Luego fuimos a tomar
una cerveza, reírnos de nuestras quejas y a la cama a descansar.
5
de julio 2017. Miércoles. 0 Km. -Viena
Después de la ducha y el oportuno desayuno (ahí sí
que nos desquitamos) nos internamos en la Viena monumental, decidimos ir
en metro ya que conecta con facilidad todas las zonas de la ciudad. Viena es increíble,
en cada esquina puedes encontrar un monumento asombroso o una estatua que
parece real, la forma con la que labraban la piedra te deja boquiabierto, un
sol espléndido nos acompañó durante todo el día. Comenzamos por visitar la
zona más noble de la ciudad, llena de antiguos palacios, entramos por el parque
hacia el Schönbrunn Palace de arquitectura barroca y enseguida nos dirigimos
hacia el barrio de los museos, esta, para mí, la zona más hermosa de Viena. Llena
de jardines y de edificios tipo palacio dedicados a museos, a destacar la zona
ajardinada donde se alzan uno enfrente del otro, y de igual construcción, el
museo de historia natural y el de historia del arte. Aquí, por cierto, dado el
calor que hacía, no dudamos en dejarnos rociar por los aspersores de los
jardines para refrescarnos. Cerca de aquí el palacio imperial y como digo, un sinfín
de edificios por doquier que no hacían más que asombrarnos a cada paso.
Continuamos nuestro camino dirección al parque de
atracciones donde se encuentra la famosa noria Riesenrad, una noria de 1897 con
casi 65 metros de altura que cuenta con góndolas cerradas tipo vagón de tren.
Construida de acero y madera con cables tensores hizo que nos afloraran los
nervios (a mí, sobre todo) al llegar nuestra góndola al vértice y comenzar el
descenso, desde abajo no parece tan alta...
Una vuelta por el resto del parque, unos helados y rumbo
hacia las zonas de los canales del Donau (Danubio) donde pudimos ver los
edificios de empresas y financieros más modernos que contrastaban con la
arquitectura vista anteriormente.
Saliendo de la zona financiera cruzamos por
encima del rio Danubio y del canal Nuevo Danubio y allí pudimos ver y disfrutar
de unos bares de copas situados en barcazas a ambos lados del nuevo canal, que
recordaban más al ambiente de Ibiza que a la Viena imperial. Aquí por supuesto
nos tomamos una cerveza mientras veíamos asombrados como la gente compartía
unas cachimbas con tabacos aromáticos y líquidos coloridos en su interior.
Barcos de mercancías y pasajeros siguen todavía surcando el gran río. También aprovechamos
para refrescar los pies bajo el puente, donde, por cierto, se reunía la gente
para darse un baño y disfrutar del buen clima.
Cruzamos el puente a pie para disfrutar de las vistas y
poco después nos dirigimos al hotel, buscar lugar para cenar, una cerveza y a
descansar que al día siguiente seguiríamos la ruta.
Viena es una ciudad preciosa que nos dejó un bonito sabor
de boca, solo tuvimos un día para "catarla" y algún dia volveré para
poder disfrutarla con más tiempo.
6
de julio 2017. Jueves. 264 Km. Viena-Maribor
Este recorrido es casi una jornada de enlace entre Austria
y Eslovenia en la que no había grandes planes de visitas o paradas importantes,
aunque habíamos programado un punto de visita que consistía en tomar un tren “panorámico”
en Semmering. Por supuesto, para hacerlo tuvimos que dejar una de las
motos en el punto de inicio del tramo ferroviario para ir los dos juntos en la
otra moto hacia la otra estación. Esto fue lo que acabamos haciendo, aunque
resultó más complicada la intendencia para hacerlo para el resultado en sí que
nos proporcionó, que resultó un tanto anodino.
Incluso el maquinista del tren,
que se subía la misma estación no quiso ni cobrarnos, seguramente porque
pensaría que estábamos equivocados o perdidos.
Después de comer al modo súper (esto quiere decir
bocadillo de supermercado) continuamos la ruta hacia Maribor, curvas de
carreteras sinuosas y con buen firme hicieron nuestras delicias casi todo el
camino, la mayoría del tiempo íbamos nosotros solos y no nos cruzamos con
ningún otro vehículo, un pequeño puerto de montaña con policía y aparecieron
los carteles que anunciaban la llegada a Eslovenia, parada para foto ante su
atenta y risueña mirada y continuamos ruta.
Llegamos al Hostel de Maribor casi cayendo la noche, el
gerente tampoco hablaba inglés, pero su buen hacer en acompañarnos en cada
momento sirvió para, con gestos, dejarlo todo claro. Con las motos ya aparcadas
nos vamos a un bar que habíamos visto allí cerca para dar buena cuenta de las
cervezas eslovenas Lasko y disfrutamos con la charla telenovelesca de
nuestra amiga camarera que al ver que éramos españoles comenzó a hablarnos en español,
aunque con un acento extraño.
Al preguntarle cómo había aprendido nuestro
idioma nos contó, que lo había aprendido ¡¡¡viendo telenovelas!!!, de ahí el
acento extraño.
7
de julio 2017. Viernes. 256 Km. Maribor-Liubliana
Nos vamos en nuestras motos al centro de la ciudad de
Maribor para desayunar y dar un paseo, aquí pudimos notar ya la diferencia en
los precios ya que Eslovenia es bastante más barata que Austria. Un buen
desayuno con tostadas en una plaza con el sol de la mañana ya calentando y un
pequeño paseo por el centro histórico, poco después montamos en las
"burras" y nos vamos de allí. Nos cuesta más de la
cuenta abandonar la ciudad porque vayamos por donde vayamos la
carretera o está cortada o está en obras…
Paramos en Ptuj a tomarnos una cerveza lasko y
luego visitamos su castillo, situado en lo alto de una colina y desde el que se
ve gran parte de la ciudad. Continuamos ruta hacia Liubliana con buenas carreteras,
pero cuando intentamos parar a comer lo único que encontrábamos eran bares para
hidratarse, pero nos fue imposible encontrar un sitio donde nos diesen
alimento, aquí no deben de comer… así que visita al súper y comida de
campo. Llegamos a Celje donde también visitamos su castillo y finalmente
llegamos a nuestra meta que era, primeramente, el espectacular y muy concurrido
castillo de Liubliana. Después de la visita por todo el recinto en el que disfrutamos
de hermosas vistas de la ciudad nos dirigimos al hotel.
Después de instalarnos, quitarnos los trajes de
"Romanos” y vestirnos de turistas nos vamos a la capital eslovena
en solo una moto, la otra la dejamos dentro de un pabellón que nos
acondicionaron como garaje ya que unos días antes habían robado una moto
delante del hotel. Nos fuimos al centro a disfrutar del increíble
"paisanaje" (palabra acuñada por Tonio GPese de significado paisanas
+ paisaje) y el buen ambiente de sus calles incluida danza, teatro,
música, cabezudos… y mucha gente, tal era el despliegue de medios que creímos
que era el día de fiesta nacional o local pero después de preguntar nos dijeron
que no, que en verano la ciudad siempre está así. Se ve que como en invierno no
hay quien salga de casa en verano se desquitan. Mucho paseo y disfrute antes de
recuperar fuerzas cenando en un repleto mejicano en la zona peatonal cerca del
triple puente. Damos un paseo por la ciudad para bajar la cena y disfrutar de
su noche, de los puentes y los dragones para poco después irnos a dormir.
8
de julio 2017. Sábado. 253 Km. Liubliana-Bovec
Desayunamos en el hotel y emprendemos rumbo en
dirección noroeste hasta Skofa Loke donde paramos para otra
cerveza damos un paseíto, en una plaza disfrutamos de un simpático mimo
que actúa en la calle. Continuamos hacia nuestro próximo objetivo, Jezerso, que
en donde en teoría puede verse la catarata más alta del país, y digo en teoría
porque al llegar a una oficina de turismo, nos informan que debido a un
derrumbe la catarata ya no es la más alta del país y casi no se puede llegar a
ella para visitar lo que queda, es más, ya casi ni es catarata. El viaje no
sale en balde y enseguida lo compensamos disfrutando de las carreteras,
curvas de 180 grados y túneles se alternan mientras rodamos junto al río,
paradas para fotos, cerveza junto al lago y un baño en una poza con cascada del
río Kokra para rematar en una pizzería en Trzic.
Continuamos ruta hacia Bovec pero no sin antes hacer una parada
para reposar la comida en Bled, una belleza de paraíso con su lago,
su isla, su iglesia, su castillo, sus playas… Rodeamos todo el lago y después
de maravillarnos con su belleza nos vamos a visitar el castillo que es una
magnífica atalaya para ver todo con mayor perspectiva.
Ya para rematar la jornada finalizamos rodando por los
Alpes Julianos, en el parque nacional de Triglavsky, y disfrutando del
paisaje y de la carretera, aunque eso sí, las curvas de herradura, que todavía
conservan su adoquinado original, resultan peligrosas, y más aún medio
lloviendo como estaba.
Ya un poco tarde llegamos al hostel de
Bovec donde dimos buena cuenta de la pizza que afortunadamente nos
sobró del mediodía y que habíamos guardado por si el hambre apretaba en el
camino.
9
de julio 2017. Domingo. 295 Km. Bovec-Trieste
Ya que el día ayer nos quedó pendiente por hacer un tramo
de puertos de montaña, hoy madrugamos, e incluso antes del desayuno, nos
vestimos y nos vamos a curvear el mencionado puerto, pero cuando estamos
llegando a la cima, resulta ser una zona de peaje.
Me decido a hablar
con las personas que gestionaban la entrada al mismo, un chaval joven y una
señora me explicaban las razones de dicho peaje y mi buen hacer (y el hecho de
que la señora amase España) consigue que podamos hacerlo gratis, y vaya
regalo de ruta de nos hicieron porque después de unas pendientes del 22%,
unas zonas con derrumbes que casi cortaban el acceso, unos precipicios
interminables pegados a las carreteras sin arcenes, túneles horadados en la
montaña que giraban 360 grados mientras ascendíamos, una carretera que se acaba
para hacer frontera natural con Austria… y sobre todo un paisaje para enmarcar
en un día en el que el sol y la gran visibilidad nos permitía disfrutar de
todo, solo nos puede quedar una sonrisa de satisfacción por lo que hemos
disfrutado.
Regresamos al hostel para desayunar y recoger todos los
petates y nos vamos disfrutando de las estupendas carreteras para motos que se
nos presentan, y más cuando coincidimos con un par de alemanes que, conociéndose
ya las carreteras de haber venido antes muchas veces, nos alegran la jornada motera haciendo
de liebres y permitiéndonos disfrutar de una rápida subida del puerto, al
llegar arriba se detuvieron y a Tonio GPese que iba delante de mí se le sale
volando la maleta derecha al pasar sobre un pequeño badén de tierra (y esta era
la segunda), y yo no sabía si reír o llorar (más bien lo primero). Recogió la
maleta y charlamos unos minutos con los alemanes, a los que decidimos acompañar
en ruta ya que se dirigían a nuestro mismo destino.
Poco después de salir, mi
GPS me indica tomar una carretera distinta a la suya y como lentos no iban, no
nos da tiempo a avisarlos, ya los veremos en el castillo (pensé yo) y el hecho
de ir por esa ruta nos permitió hacer un tramo por pistas de tierra entre los
bosques para luego volver a encontrarnos con nuestros amigos en el castillo de
Pretjama donde nos tomamos un café juntos. Luego de contarnos sus aventuras
moteras por Eslovenia y, con frecuencia Croacia, ellos continuaron su viaje y
nosotros nos fuimos a visitar este castillo, que se encuentra en un difícil
equilibrio incrustado en una montaña.
Después de comer en una terraza con
vistas al castillo nos vamos a nuestra meta final que es la cueva de
Postjona. Puedo deciros sin temor a equivocarme que esta cueva es lo más
impresionante que he visto en mi vida, es tan inmensa que un tren de pequeños vagones
para 2 personas transcurre por su interior y tras 20 minutos de travesía te
apeas en una estación que hay en su interior y visitas la cueva durante hora y
media para luego, desde la estación, volver por la vía al exterior. El tramo en
tren es tan alucinante que hace que te plantees si lo que hay en la cueva es de
verdad o este hecho de barro, ya que tanta majestuosidad junta parece imposible.
En un tramo, el túnel por el que transcurre el pequeño tren se ensancha para
meterte de lleno en una amplia cueva de techo muy alto sobre la que cuelga
incluso una gigantesca lámpara de araña.
Todos los viajeros tuvimos la misma
sensación y por consiguiente la misma reacción y un aplauso general invadió el
silencio de aquellos lugares. A cada curva se sucedían formaciones cada vez más
caprichosas a las que acompañaban unos “OHHHHHH” y “AHHHHH” generales.
Una vez
terminada la visita y con una increible sensación en el cuerpo cogemos nuestras
motos y enfilamos hacia Italia para poder ver el mar y con la
sensación de estar ya de regreso… recalamos en Trieste
10
julio 2017. Lunes. 899 Km. Trieste-Aix en Provence
Desayunamos en hostel y mientras voy a su
reunión de trabajo (ya que aprovechando el viaje pasé por la oficina) Tonio GPese da un
paseo por la ciudad. Trieste no tiene desperdicio, ciudad costera límite con Eslovenia
contiene mezclas del imperio romano y trazos del Austro-húngaro, canales y
calles repletas de edificios clásicos cerca del mar se mezclan con edificios ya
viejos del centro. Muchas calles peatonales hacen las delicias del paseante y
dado que la cultura es parecida a la española, estas siempre están repletas de
gente. Hacia las 12 del mediodía emprendemos el camino de regreso donde lo
único que nos queda son kilómetros de autopista por recorrer, autopista en la
que esta vez no hacía tanto viento y que con buen sol nos permitieron, al
menos, ver la hermosa costa italiana. El destino para hoy era el mismo hotel
que a la ida, aquel en el que Tonio quedó atorado en el portal de acceso y para el que no
teníamos monedas para sacar comida de las máquinas.
11
de julio 2017. Martes. 705 Km. Aix en Provence-Arette
Dejamos (por segunda vez) este hotel y
desayunamos casi al lado en una estupenda cafetería-pastelería en la que podías
disfrutar de una exquisita bollería enseguida emprendemos ruta de vuelta a casa
por las autopistas francesas hasta los Pirineos, donde nos “desoxidamos”
un poco haciéndonos los puertos de categoría especial del Tourmalet, Aspin,
Sonlor, etc. Pirineos es precioso, aunque Tonio GPese ya había estado por estos
lares, a mí me asombró y pienso volver con más tiempo.
Seguimos un buen rato
disfrutando de las curvas de los puertos hasta llegar al hotel.
12
de julio 2017. Miércoles. 871 Km. Arette-Vigo
Continuamos haciendo los Pirineos por la zona española disfrutando
del día hasta que comprobamos que el optimismo no vale para calcular la
capacidad del depósito de gasolina… Tonio GPese, en su afán por repostar en
zona española (dada la diferencia de precio) se quedó sin combustible en la
autovía y contaba con que, al tener yo mayor capacidad en mi depósito, pudiese
prestarle alguna. Los intentos por succionar el combustible de mi tanque fueron
en vano, dado que, aun contando con más gasolina que él, estaba ya en un nivel
muy bajo y no conseguíamos alcanzarla por lo que yo, (como rescatador) tuve que
hacerme una ruta turística para conseguir el líquido elemento.
A partir de
aquí ya solo queda meternos a rodar en la autovía viendo pasar los
kilómetros y kilómetros para llegar finalmente a casa.
Resumiendo: Macanudo (palabra acuñada también
por Tonio GPese), aunque en este viaje parece ser que le toca a GPese quedarse
con el mote de “pupas” …